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Cumpliendo mis tres deseos

Alguna vez en nuestra vida todos hemos soñado con la posibilidad de hacer que nuestros sueños y deseos se vuelvan realidad. Ya desde los días de nuestros primeros pasos hemos ido poniendo nuestra fe en rituales tan simpáticos y divertidos como soplar las velas de la tarta de cumpleaños, ver pasar una estrella fugaz o enviarle nuestra carta a los reyes magos o papá noel. Conforme pasan los años y nuestra inocencia va quedando atrás vamos cambiando algunas de estas supersticiones por otras más fáciles de asimilar por nuestra mente racional, aunque igual de imposibles e ilusorias. De todas ellas, quizás porque sea la más lucrativa en cuanto a deseos se refiere, la que más se ha extendido por el acervo cultural es aquella en la que un genio te concede tres deseos por liberarlo de su prisión milenaria encerrado en una lámpara maravillosa.

¿Y quién no se ha planteado alguna vez cuáles serían sus tres deseos en caso de encontrarse con tamaña oportunidad? Y no, no me valen las típicas rocamboladas de pedir deseos infinitos o liberar al genio para que tenga poderes semi cósmicos a voluntad. Me refiero a elegir aquellas tres cosas que le harían realmente feliz a uno en este momento de su vida. Para quien no lo haya hecho sólo puedo recomendarle que se ponga a ello en este mismo instante, después de todo soñar es gratis, al menos de momento.

Cuando medito al respecto no siempre lo he tenido del todo claro, aunque en mis últimos cinco años algunos proyectos y deseos de mi vida se han ido asentando poco a poco en mi mente hasta hacerse con el control absoluto de ella. Y la verdad, he de reconocer que no se lo pongo nada fácil al destino, pero este tiene sus formas de complacerme (o demostrarme que me equivoco).

El primero de todos estos deseos no sólo me ha supuesto un reto a mí durante los últimos diez años de mi vida, sino que es el talón de Aquiles de toda mi generación, la independencia. Y es que tal y como me dijo una buena amiga, hemos nacido en una época de grandes cambios y convulsiones, y a pesar de ser la generación mejor formada, con más recursos invertidos en nuestra educación y con mejor potencial, también somos una de las más castigadas y con menos opciones de futuro por circunstancias ajenas a nosotros mismos.

El segundo de mis deseos tiene mucho que ver con el anterior, y para quien me conozca desde hace cinco años o más, sabrá que es la constante que me ha movido en estos últimos años y no es otro que montar mi propio negocio. Hace unos años descubrí que lo mío no es trabajar por cuenta ajena, y ya he sufrido con anterioridad en mis carnes las alegrías y penurias que puede proporcionarte el mundo emprendedor, pero es algo inevitable. Hay quien nace para trabajar para los demás y quien está destinado a coger las riendas de su propia vida, aunque sea para mandarla directa a un precipicio. Yo soy de los últimos.

Finalmente, y esto puede que sorprenda muchísimo a aquellos que me conocen. Hace ya un par de añitos que deseo cierta estabilidad emocional en mi vida. No voy a renegar ahora de todos esos años en los que he ido de flor en flor, y lo que no son flores, divirtiéndome y conociendo a distintas personas hasta agobiarme de ellas, pero va a tener razón quien dice que todos tenemos una especie de reloj biológico y ahora que el mío se ha activado me gustaría probar qué se siente en una relación de verdad.

Llegados a este punto, y si sois lectores avispados, os habréis dado cuenta de que en el título de la entrada no hablo de pedir deseos sino de cumplirlos. Y es que hay algo seguro en esta vida, puede que exista la suerte pero sólo servirá de algo si te pilla trabajando, y a mí parece que me ha sonreído de verdad. No sólo se están cumpliendo mis tres deseos, sino que éstos parecen estar llegando de la mejor de las formas posibles.

Hace tan sólo una semana recuperé un antiguo trabajo que en su momento dejé por motivos de salud y por explorar nuevas vías de mi vida. En aquel momento se trataba de dejar un trabajo estable por otro y mejorar mi calidad de vida a la par que conseguía mi independencia tan deseada, pero poco iba a imaginar yo que me pillaría la crisis en pleno cambio. Hoy, recuperado de los problemas de salud que me afectaban en este trabajo, he podido conseguir un retorno en la mejor de las condiciones y esos recursos económicos me permitirán hacer realidad mi segundo deseo sin dificultad.

El retorno al mundo laboral se había vuelto especialmente duro en los dos últimos años, una tras otra todas las puertas que iba intentando abrir se me iban cerrando en las narices, aunque en cada una de ellas lograba aprender algo que me ayudaría a mejorar mi idea empresarial. Hoy por hoy, mi idea ha madurado lo suficiente como para garantizar cierto grado de éxito y estabilidad que es mucho más de lo que podrían desear muchos, pero además el empleo que he conseguido me proporciona los fondos para iniciarla a finales del próximo año sin necesidad de contar con un banco o con la administración.

Y llegados al último punto, he de avisar que éste todavía no se ha cumplido pero que tengo muchas esperanzas puestas en él. Jamás pensé que podría encontrar a una persona con unas características similares a las mías que además no hiciese implosionar el mundo al conocernos, y mucho menos iba a pensar que ella iba a estar al alcance de un mensaje en el muro de un buen amigo, pero así ha sido. Mentiría si dijera que no tengo cierto temor a que la cosa no funcione, o incluso a que me rechace antes de empezar, pero si algo he aprendido en la vida es que no hay dos sin tres y que las tendencias se mantienen, y si a estas alturas se me han concedido dos de tres deseos que terminarán culminando en el año 2012, el tercero no se hará esperar mucho más. La esperanza, la fe y la ilusión que me proporcionan esta posibilidad hacen que cualquier atisbo de duda o temor sean ridículos en comparación con todo lo que puedo ganar. Se podría decir que he recuperado la inocencia que perdí durante mi proceso a la madurez, y como siempre que uno es inocente, tengo la certeza de que merecerá la pena.

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Entrando en el ala este

Muchas de las historias que hacen referencia a la pérdida de la inocencia nos hablan acerca del intento de sus protagonistas por conservar una parte íntima de sus seres que no desean que nadie descubra. Dentro de este oscuro rincón de sus almas guardan sus anhelos, deseos y sueños más ocultos, ante los cuales se sienten débiles y vulnerables. En el caso del clásico de Disney «La Bella y la Bestia» este rincón no era sólo una metáfora de sus sentimientos más profundos, sino que literalmente ocultaba su secreto en una apartada habitación dentro de uno de los alas de su mansión.

Si hay algo que pueda causar una atracción similar que la pérdida de la inocencia, el eros y el tánathos en el ser humano sin duda se trata de la inclinación casi irracional que tenemos de saciar nuestra curiosidad. Bella, una chiquilla amable, bondadosa y de innumerables cualidades, no pudo evitar caer víctima de su propia curiosidad y, desobedeciendo la prohibición taxativa que le había impuesto la Bestia, decidió acceder a ese ala prohibida descubriendo en su interior una simple rosa.

Como era de prever, la Bestia cayó presa de la furia ante tamaña invasión de su privacidad. No sólo había desobedecido sus órdenes sino que además había accedido a una parte de su alma que consideraba de uso exclusivo, el mayor de sus secretos. Pero, si lo analizamos fríamente, ¿no es posible que la propia Bestia fuese quien dejase un resquicio para que Bella accediese a él? ¿No es posible también que en su fuero interno la propia Bestia desease que alguien accediese a su secreto para liberarle de él?.

Al igual que la Bestia, todos tenemos nuestro propio rincón íntimo. Puede que no tengamos una mansión en la que dedicarle todo un ala a ocultarlo, pero los resquicios de nuestra psique (me encanta jugar con las historias) son lo suficientemente amplios como para ocultar muchas cosas en ella. No estoy hablando de grandes secretos que harían tambalearse a los muros de la sociedad si saliesen a la luz, puede ser cualquier cosa ante la que nos sintamos vulnerables.

Y en el fondo, eso es lo que deseamos: sentirnos vulnerables. Todas las barreras que vamos poniendo frente a nosotros no son para impedir que los demás alcancen nuestro rincón íntimo, sino para asegurarnos de que quien acceda a él sea una persona que merezca la pena. Cuando esto sucede se da una mezcolanza de sensaciones enfrentadas, nos sentimos vulnerables pero a la vez protegidos, desnudos pero también arropados, y es una sensación increíble.

Cabe también la posibilidad de que, una vez descubierta nuestra intimidad, comprendamos que aquellos secretos que atesoramos dentro hayan cambiado con el paso del tiempo. Muchas veces no somos conscientes de cuánto tiempo hemos guardado algo en nuestro interior, de forma que cuando sacamos nuestros miedos y verdades a la luz estos hayan sufrido un cambio de perspectiva que nos libera de la prisión a la que nosotros mismos nos habíamos sometido.

Hoy he descubierto que no quiero seguir prisionero de mis miedos y verdades antiguas, quizás el mundo nunca va a ser un lugar maravilloso donde los cuentos de hadas se cumplen a nuestro paso, pero tampoco es necesario que lo sea para que podamos disfrutar de él. La vida no es perfecta, pero son esas pequeñas imperfecciones las que le dan color. Disfrutad de ellas.

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El sacrificio del rey Tritón

Aún recuerdo cuando era un crío, uno de esos que acaban a aprender a andar hace poco y todavía no son capaces de cruzar la carretera sin darle la mano a un adulto, cuando mi abuela me llevó, junto a mi amigo Jose Pablo, al cine por primera vez. Era uno de aquellos cines antiguos de una única sala, y aquella vez me pareció gigantesco para una habitación que se dedicase a enseñar películas a la gente. Ese día es uno de los primeros recuerdos que guardo en mi memoria, y allí mismo nació la que sería una de mis principales pasiones: el cine.

Aquella tarde estrenaban una película de Disney, la mal llamada «Sirenita» en su versión española, ya que las sirenas son seres mitológicos híbridos entre una mujer y un ave y bastante horribles, siendo las bellas mujeres pez las Nereidas. La película me maravilló, cosa nada extraña si tenemos en cuenta que era un crío de seis o siete años, y no podía dejar de cantar «Bajo el mar» a todas horas, para desgracia de mis pobres progenitores.

Pero no estoy soltando todo este rollo para hablar de una bonita peli infantil, sino de inocencias perdidas y de cómo eso afecta a mi vida, así que vayamos al meollo del asunto. Pero no hablaré en esta ocasión de una vida que pierde su inocencia por los azares de la vida, la madurez o un impulso de rebelión, sino de los sacrificios que tenemos que tomar nosotros, o nuestros allegados, para mantener algo de esa inocencia perdida.

En la Sirenita, cuando el rey Tritón descubre el plan de la malvada bruja Úrsula para hacer suya a la inocente Ariel a cambio de concederle su primer capricho amoroso, éste se encuentra en la terrible tesitura de tener que arriesgar todo aquello por lo que ha luchado siempre por otorgarle una mínima oportunidad de futuro a su pequeña y rebelde hija. El rey es capaz de entregar su reino, su vida e incluso su libertad a cambio de liberar a su hija de la trampa que le impuso la bruja.

Hoy me encuentro un poco en esa tesitura, yo no tengo una hija a la que proteger, y aunque adoro a los críos que los dioses olímpicos me protejan de verme en esa tesitura de momento, pero la vida ha llamado a mi puerta para exigirme un gran sacrificio. Los que me conocen bien saben los motivos por los que en su día dejé de trabajar en el puerto, un trabajo muy bien pagado pero que estaba costándome mi salud física y mental, y tras el cual he estado buscándome la vida como he podido siendo explotado en trabajos mal remunerados.

Pues bien, hoy ha llegado el fatídico día que he estado temiendo durante los últimos seis meses. Tras ver que mis intentos de encontrar una salida profesional estable han sido un auténtico fracaso, mi padre comenzó a luchar con el comité de empresa por pedirles mi retorno al puerto. Nunca pensé que este día pudiese llegar, la empresa no estaba por la labor de mi retorno y parecía una titánica hazaña por parte mi padre que ya no cuenta con los favores que tuvo antaño. Nunca subestimes el poder de cabezonería de un Navarro.

Mañana tengo que ir a hablar con el jefe de personal para que me entreguen mi equipo de trabajo, hablemos de mi retorno y de los cursos de reciclaje que seguramente tenga que hacer ya que no manejo maquinaria pesada desde hace unos añitos. No sé si el volver a tener un trabajo estable compensará los problemas de espalda, alergia y psicológicos que seguramente me causará volver a la trampa de la cual me costó tanto salir, pero esta noche rezo a todos los dioses conocidos y por conocer que así sea… pues no me queda más remedio que realizar este sacrificio.

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Erecciones Generales

¡Inauguramos sección!

Aprovechando que en esta tarde me encuentro especialmente activo después de haber asistido en riguroso directo televisivo a la verbena que nos organizaron anoche en la calle Génova en la que no faltó ni «Paquito el chocolatero» y que uno se encuentra especialmente motivado después del clima político que nos han dejado en el país, vamos a aprovechar para ir comentando periódicamente las hazañas y peripecias de esos simpáticos personajillos que se hacen llamar a sí mismos políticos.

Y como no podía ser menos, la primera de esas entradas va a ir dedicada a eso que algunos han querido denominar como la fiesta de la democracia y que a mí me gusta denominar como erecciones generales, que es lo que el bipartido y los nacionalistas deben tener ahora mismo después de los resultados electorales. Pero ¿son estos resultados solamente culpa de una mala decisión de la mayoría de los españoles o hay algo más detrás de todo ello?

En España es bien conocido que el concepto de democracia nunca lo hemos tenido muy, muy clarito. Nos han contado que es una forma de gobierno en la que los ciudadanos eligen, pero luego hay una serie de conceptos que no nos terminan de quedar del todo claros: que si bipartidismo, que si ley D’Hondt que si voto útil. Veamos lo que sucede.

La ley D’Hondt fue diseñada como una forma de repartir de manera proporcional aquellos escaños que quedaban libres debido a la manía que tenemos los votantes de no agruparnos por números de escaños para votar igual y que la división salga exacta, de forma que no nos queden escaños huérfanos. El señor d’Hont, como buen matemático que era, solía crear sus fórmulas de manera caprichosa de tal manera que sólo funcionase bien en determinadas condiciones, en este caso en circunscripción única.

Recomiendo a todo aquel que esté interesado que busque la fórmula y la aplique en distintos supuestos para que vea lo divertido que es alterarla cuando se crean circunscripciones múltiples. A modo de entretenimiento, y por coger un ejemplo aleatorio, yo lo haré con los resultados de las elecciones de ayer mismamente.

PP ———- 10.830.693——— 154+9 (186) -23
PSOE——— 6.974.880 ———-99+6 (110) -5
IU————- 1.680.810———- 23+3 (11) +15
UPyD———-1.140.242———- 16+1 (5) +12
CiU———— 1.014.263———- 14+1 (16) -1
Amaiur———-333.628————4+1 (7) -2
PNV————- 323.517———–  4 (5) -1
ERC————- 256.393———— 3 (3) 0
EQUO———– 215.776———— 3 (0) +3
BNG————- 183.279———— 2 (2) 0
CC-NC-PNC—–143.550———— 2 (2) 0
COMPROMIS— 125.150———— 1(1) 0
PACMA——— 101.557———— 1(0) +1
FAC————— 99.173————-1(1) 0
Eb—————– 97.706———— 1 (0) +1
PA—————– 76.852———— 1(0) +1
GBAI————– 42.411————-0(1) -1

Como podéis comprobar en la tabla, he colocado todos aquellos partidos que obtienen representación o deberían haberla obtenido, seguido de su número total de votos y los escaños que deberían haber obtenido en un reparto directo. Curiosamente, ninguno de esos escaños se pierde si usamos la Ley D’Hondt en una única circunscripción, quedando a la práctica simplemente para repartir los escaños sobrantes (PP: 9, PSOE: 6, IU: 3 y UPyD, CiU y Amaiur: 1).

Entre paréntesis podéis encontrar cuántos escaños se han llevado en realidad, y al final del todo la diferencia de escaños que deberían tener respecto a la realidad para que el sistema fuese justo.

En este supuesto nos encontraríamos con un escenario mucho más alentador democraticamente hablando, el Partido Popular seguiría teniendo mayoría pero ésta no sería absoluta y necesitaría obtener al menos 13 votos más para conseguir un pacto, obligándole a negociar con unos y con otros añadiendo medidas a sus propuestas que contenten a estos partidos y, por lo tanto, alcanzando más pluralidad y debate.

La ley D’Hont pues no es la culpable de la desastrosa situación actual, sino una mala aplicación de la misma. Y es que, como ya he dicho en más de una ocasión, las matemáticas no tienen la culpa de que el resto de disciplinas se empeñen en utilizarlas fuera de su entorno.

Para finalizar, lanzo una pregunta para la reflexión: ¿Por qué llamarlo democracia cuando quieren decir otra cosa?

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El ciclo de la vida

No siempre la pérdida de la inocencia conlleva un paso hacia la madurez, e incluso en algunas ocasiones sucede todo lo contrario. Eso lo hemos visto cienes y cienes de veces en todas aquellas historias infantiles dirigidas a un público juvenil (o no tan juvenil) en las que el protagonista pierde el rumbo de su vida abrumado por el peso de unos hechos sobre los que tiene poca o ninguna responsabilidad pero que asume como propios, flagelándose, exiliándose y obviando sus auténticas responsabilidades en el ciclo de su vida.

Al igual que Simba ante la muerte de su padre, esta semana me he echado encima de mis hombros demasiadas cosas que, o bien no me correspondían, o bien eran completamente ajenas a mi voluntad, mis posibilidades o mi trabajo. Y al igual que el joven león que no fue capaz de asumir su reinado porque se creía responsable de la muerte de su padre hice lo menos inteligente, exiliarme en la búsqueda de mi propio Hakuna Matata dejando de lado todas mis otras responsabilidades.

En parte me arrepiento, no he tomado un libro en toda la semana, he estado a punto de lanzar a un oscuro precipicio todos mis planes asociativos y empresariales y casi no he tocado el blog, que se ha quedado con el gruñido-maullido de Simba mirándome acusadoramente durante los más de seis días de abandono y fiesta desproporcionada que me han llevado incluso a emborracharme por primera vez.

Pero por otro lado, ahora me encuentro redactando no una sino dos entradas para el blog, estudiando como si mi vida dependiera de ello y con ideas y fuerzas renovadas para mi asociación y futura empresa de la que ya os hablaré más adelante. Se puede decir, que he regresado a mi lugar en el ciclo de la vida. Se ve que cuando estamos en medio del problema mantenemos la mirada fija hacia el frente y somos incapaces de ver el dibujo completo, a veces nos hace falta un poco de desmadre para darnos cuentas de cuáles son nuestras verdaderas responsabilidades y cómo enfrentarnos a ellas.

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El País de Nunca Jamás

La historia de la humanidad está llena de relatos, cuentos y leyendas cuya temática se presenta en torno a la pérdida de la inocencia y el intento desesperado por conciliar nuestras responsabilidades con nuestros sueños y esperanzas. Ya sea en la forma de un cuento infantil que presenta a estas inocencias perdidas como adultos que se encuentran en un mundo hostil, cruel y despiadado habiendo perdido la ilusión de su niñez, un mundo de fantasía donde los héroes de las leyendas deben aprender a madurar para alcanzar sus gestas o incluso en los relatos de terror más primigenio en los cuales esa inocencia perdida y desnaturalizada es la que viene a nosotros de forma irracional, imposible y perturbadora para hacernos enfrentar con el mayor de nuestros miedos, estas historias siempre remueven en nuestro interior una pasión oculta que va más allá del eros o el tanathos del que nos hablaba Freud, un delirio de irrealidad que trastoca nuestra conciencia última del bien y del mal, que nos hace desear, odiar y temer a partes iguales, pero que nos atrae siempre de forma fatal.

Una de las historias que más han explotado esta atracción hacia una inocencia desnaturalizada, no sólo por su pérdida sino por su perpetuidad, y que a su vez más me han llamado la atención desde que tengo uso de razón ha sido la del País de Nunca Jamás. La historia de Nunca Jamás no trata sobre Peter Pan y los niños perdidos, tampoco sobre Wendy y sus hermanos y puede que ni siquiera sobre el despiadado Capitán Garfio y sus temidos piratas. Lo que nos ofrece Nunca Jamás es un refugio, un extraño lugar donde nuestra personalidad, nuestros deseos y nuestras convicciones se enfrentan de diferentes maneras a la pérdida de nuestra inocencia oponiéndonos a ella, aceptándola como algo natural o revelándonos ante el inexorable paso de los años. Todos tenemos nuestro pequeño Nunca Jamás, es un lugar al que acudimos cuando nos negamos a seguir avanzando, cuando no podemos aceptar que el mundo sigue adelante con o sin nosotros y que no se va a parar a esperarnos.

Estas dos últimas semanas me he encerrado en mi pequeño reino de Nunca Jamás intentando que el mundo se olvidase de mí. Las circunstancias me han sobrepasado como pocas veces lo han hecho y la desesperanza ha inundado cada una de las células de mi organismo. Los apoyos y muletas que me sostenían en pie han ido cayendo uno tras otro mientras mis ilusiones se presentaban accesibles ante mí sólo para desaparecer en el último segundo. Ahora me encuentro en el suelo, vacío y sin fuerzas para seguir adelante, el agua de la lluvia cae sobre mi cuerpo mientras un leve destello de luz que se escapa entre las nubes golpea mi cara. No importa cuanto lo desee, ya no tengo quince años y nadie va a esperar a que recupere mis fuerzas. Es hora de volver a la cruda realidad y levantarme, una vez más, sin importar lo fuerte que la realidad me embista. Mi futuro no se va a construir solo, tengo que salir de Nunca Jamás.

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Sigue al conejo blanco

Finalmente, aquí estoy. Aún no sé muy bien cómo me he dejado engañar por mi nueva, radiante y recién estrenada hermana pequeña para empezar un blog, pero la verdad es que sea cual sea su método ha funcionado. Quizás sea la necesidad de retomar el control de mi vida, tal vez una forma de desahogarme ante un público anónimo e invisible, o probablemente sólo esté ejerciendo un poco de mi derecho al pataleo ante unas circunstancias que se presentan caprichosas y ajenas a mi voluntad… aunque también es posible que simplemente me aburra mucho, mezclado a partes iguales con todo lo anterior.

Llegados a este punto, si aún no te has ido a hacer cosas más productivas con tu vida, es muy posible que tu nivel de aburrimiento sea muy similar al mío y que, por lo tanto, te estén asaltando a la mente una serie de preguntas de un cariz trascendental como el color de la magia, el olor de las nubes o las incógnitas de la mente femenina. Como me veo incapaz de responder a ninguna de ellas, simplemente responderé a preguntas que posiblemente jamás te hayas planteado:

  1. ¿Por qué Inocencias Perdidas? – Si tuviera que elegir un tema central para mi vida, que defina todos y cada uno los elementos que la componen, con total seguridad no sería este. Sin embargo, es tan buen tema como cualquier otro para empezar, y además estaba disponible.
  2. ¿Pero de qué trata Inocencias Perdidas? – Inocencias Perdidas es un punto de encuentro entre mis sueños y lamentos, mis ilusiones y desesperanzas. Un lugar de disparidades, lleno de paradojas, contradicciones y sin sentidos que intenta dotar de racionalidad a un conjunto de pensamientos, reflexiones y sentimientos que abordan mi vida a cada segundo de forma caótica y desordenada.
  3. ¿Qué hay del aspecto visual? – Sinceramente, soy un hombre de contrastes que disfruta de enfrentar lo imposible con la realidad para luego recoger y analizar los restos de semejante confrontación. La sencillez, el colorido y la alegría que evoca el aspecto visual sin duda choca de frente con mi estado de ánimo complejo, lúgubre y apagado, consiguiendo como fin último pervertir la inocencia de su origen.
  4. ¿Qué significa la perversión de la inocencia? – Es la más grande de todas las confrontaciones, paradojas y contradicciones que se puede llegar a encontrar. A fin de cuentas, nuestra mente intenta ser racional y estructurada en la medida de lo posible. Somos capaces de racionalizar cualquier desgracia siempre y cuando exista un por qué detrás de ella que encaje en la dicotomía del bien y del mal. Pervertir la inocencia no es más que romper las barreras, quitarle las muletas que sostienen a nuestra lisiada mente para que caiga de bruces a la cruda realidad.
En definitiva, no esperes encontrar nada profundo, relevante o incluso remotamente interesante en este pequeño e íntimo espacio de Internet. Aquí lo único que vas a hallar son las divagaciones extrañas e impertinentes de un aburrido servidor. Aunque es muy probable, que si aún sigues aquí, estés disfrutando de ellas así que siéntate y disfruta.
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